En su día, nuestra profesión producía orgullo, éramos respetados. Pero todo eso parece haberse perdido
Imagen del sector. Dignificación de la profesión. Ambos conceptos son reivindicados de forma permanente por nuestro sector. Y no solo en el nuestro.
No se aprecia la aportación de valor que el transporte realiza a la sociedad: social, económico, etc. En su día, cuentan los más viejos del lugar, nuestra profesión producía orgullo, los transportistas eran tratados como señores, eran respetados. Pero todo eso parece haberse perdido, olvidado. La profesión de transportista ha perdido las características positivas que la adornaban. Ahora es valorada como solitaria, depresiva, estresante, humillante, con falta de expectativas. Sin duda, este es el sentir general.
Ante esta situación, nuestro deber es prestigiar la figura del transportista. Somos los propios transportistas los que debemos empezar a dignificar la profesión. Esforzarnos para que sea valorada como paradigma y ejemplo de esfuerzo, constancia y creación de valor para el conjunto de la sociedad. Nuestro trabajo es imprescindible, ¡y lo hacemos bien! Otra cuestión muy distinta es el precio que nos pagan por ello.
La eterna lacra de las empresas buzón
Lacras como la competencia desleal, en forma de cooperativas ficticias con falsos autónomos, de “empresas buzón”, etc. dan alternativas a ciertas empresas que solo miran su lucro personal. Y esto hace mucho daño a la imagen del sector. En todo esto, tienen mucho que ver las distintas administraciones, que para eso aportamos mucho dinero a las arcas públicas. Su deber que velar porque haya igualdad en las condiciones de trabajo. Que no haya gente ilegal que contamine gravemente nuestro mercado de trabajo.
Estas circunstancias negativas han contribuido a que la profesión de transportista haya perdido su encanto. Para recuperarlo, cargadores, intermediarios, y administración también deben poner mucho de su parte. Nuestra imagen también depende de un buen hacer en temas como la remuneración, la carga y descarga, el plazo de pago, la comisión de los intermediarios, las condiciones de trabajo y una legislación favorable. Sin duda, una buena forma de dignificar la profesión sería empezar pagando un justo precio por el servicio prestado. Y por esto, debemos pelear.